Lo único imposible es aquello que no haces
Orientación
La mente es, probablemente, la estructura funcional más compleja conocida y, como tal, la comprensión de su funcionamiento es todavía limitada (lo que no significa en absoluto que no se tengan conocimientos importantes sobre ella). Por ello, dentro de la ciencia que estudia el funcionamiento de la mente, es decir, la psicología, existen diferentes formas de entenderla o diferentes teorías sobre lo que hace que funcione de forma adaptativa o desadaptativa. Cada una de las teorías da lugar a una corriente u orientación psicológica, que marca el procedimiento para la intervención a la hora de solucionar las diferentes dificultades que pueden aparecer.
En mi consulta, sigo las orientaciones que se enmarcan dentro de las “Terapias Psicológicas basadas en la Evidencia”, es decir, aquellas que tienen mayor respaldo científico y que pueden ser contrastadas y replicadas experimentalmente, sin que su efectividad esté supeditada al profesional que la ejerza.
Orientación Cognitivo Conductual:
Es la orientación de elección según la APA para el tratamiento de trastornos fóbicos, trastornos de conducta, trastornos depresivos, trastornos de ansiedad y trastornos de personalidad.
Esta orientación concibe que, los pensamientos que tenemos regulan nuestros estados de ánimo y nuestros comportamientos. Dichos pensamientos desde esta posición, se ven afectados por distintas situaciones dando lugar a “distorsiones cognitivas” que nos llevan a filtrar nuestra realidad de forma errática, generando un bucle de pensamiento-emoción-acción que se encuentra detrás del desarrollo de los distintos trastornos o problemáticas psicológicas.
Desde esta perspectiva, la salud mental tiene un criterio objetivo, independientemente de la percepción de la persona y debe ser solucionado mediante el control de las variables influyentes.
Orientación Contextual:
Ésta orientación es eminentemente conductual; todos los fenómenos con los que trabaja son directamente observables, dando especial importancia al lenguaje como macro-contexto humano donde el comportamiento se ve sometido a las leyes del condicionamiento clásico y operante; un lenguaje que tiene la capacidad de distorsionar la realidad percibida de modo que pueda parecer totalmente opuesta a como otros la perciben.
Desde aquí, se le resta importancia al criterio normativo clásico de salud-enfermedad psicológica (que se considera en sí mismo patológico) y se establece un criterio personal (del cliente) para marcar los objetivos del tratamiento, siendo el eje vertebrador de sus intervenciones el concepto de “Evitación Experiencial”.
En esta orientación, se presta mayor atención a la función que a la forma de los comportamientos, entendiéndose que todo comportamiento que se mantiene, lo hace porque cumple una función, aunque dicha función no sea sencilla de entender o no se acepte. Es por ello que las intervenciones desde esta perspectiva suelen tener un calado mayor en las personas, extendiendo nuevas actitudes a la mayoría de contextos de la persona.
Dentro de la orientación contextual, se han desarrollado varios tipos de intervenciones:
- Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), con especial eficacia demostrada en depresión y ansiedad resistente, tendencias suicidas y duelos o rupturas sentimentales.
- Psicoterapia Analítico Funcional, indicada especialmente para problemas relacionales y, en general, básica para cualquier tipo de intervención psicológica.
- Terapia Dialéctico Conductual, tratamiento de elección para un trastorno tan complejo como el Trastorno Límite de la Personalidad.
- Terapia Integral de Pareja, la terapia de mayor efectividad contrastada para dificultades en la relación sentimental
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